Por fin me atreví a trabajar la piel y estoy encantada con el resultado. Ya he hecho varias flores, como la amarilla de la foto, y la realización es realmente fácil. El truco es elegir un buen pegamento. Yo he utilizado uno de contacto de la marca Paniker, cola universal avión, que me recomendó el propietario de la tienda de curtidos donde compré algunos retales de piel. Y también, una vez cortadas las flores, meterlas durante cinco minutos en un cuenco con agua muy caliente para que adquieran forma.
Si te atreves a probar, hazte con un trozo de piel y recorta tres flores de distintos tamaños, (la de la foto está formada por tres flores de 12, 10 y 8 centímetros de largo respectivamente). Para hacer el centro, recorta un rectángulo de 10 centímetros de largo por 4 de ancho, y haz en el centro múltiples cortes con un cutter redondo a unos 0,50 centímetros de distancia entre uno y otro, pero sin llegar hasta el final, para que al doblarlo adquieran la forma con la que aparecen en la foto.
Mete las flores en agua caliente y sácalas a los cinco minutos. Junta sus pétalos con pinzas pequeñas, de manera que queden hacia arriba, y déjalos secar. Cuando quites las pinzas, las flores habrán adquirido volumen y movimiento.
Pega las tres flores, una encima de otra, dejando la más grande en la base, siguiendo las instrucciones del pegamento. Y por último pega en el centro el rectángulo ya seccionado, tras doblarlo por la mitad y enrollarlo sobre sí mismo . Fácil, ¿verdad?.
La flor resultante es lo suficientemente grande para ser utilizada en un cinturón o para adornar un bolso, pero, si las haces más pequeñas, reduciendo las plantillas de forma proporcional, te pueden servir para hacer un colgante, un broche o adornar unos zapatos.
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