Una de las cosas de las que más orgullosa me siento es de cómo quedó esta silla de jardín tras pasar por mis manos. Aunque en las revistas de decoración como Nuevo Estilo, MiCasa o Habitania aparecen sillas de hierro sin restaurar como elemento decorativo en salones de postín, a mi no me hacía mucha gracia colocarla sin más, con su óxido y todo, por muy chic que pudiera parecer. Así que, tras rascarla a base de bien con un cepillo de púas para eliminar restos de pintura, la pinté con úna pintura especial para hierro, que se come el óxido y no necesita una imprimación previa.
Un trozo de tela de Ikea que semeja un enrejado me sirvió para tapizar el cojín de gomaespuma, que me cortaron a medida en Casa Angel. Con otro trozo de la misma tela hice el revistero, tambien reciclado y pintado en negro. ¿A que ha quedado bien?
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